En Argentina, una simple botella de plástico colocada en el techo de un coche aparcado no es un descuido ni una broma: es una señal discreta de que el vehículo está en venta. Esta práctica, que data de la década de 1940, surgió como una forma ingeniosa de eludir impuestos sobre la venta de coches usados.
En aquel entonces, la Dirección General Impositiva (hoy AFIP) cobraba un tributo por la compraventa de vehículos. Para evitarlo, los vendedores comenzaron a utilizar este código visual, entendible para compradores pero difícil de detectar por las autoridades fiscales.
Aunque las leyes han cambiado, la tradición persiste. Colocar una botella en el techo sigue siendo una estrategia económica y efectiva para anunciar la venta de un coche sin recurrir a métodos formales.