Según datos de medios oficiales, el ataque involucró más de 200 aeronaves que impactaron más de 100 objetivos, entre ellos la planta de Natanz, centros de investigación nuclear y refugios subterráneos de altos mandos de la Guardia Revolucionaria.
El Ministerio de Defensa iraní confirmó que murieron figuras clave: el jefe de la Guardia Revolucionaria Hossein Salami, el jefe del Estado Mayor Mohammad Bagheri y varios científicos nucleares. En respuesta, Irán lanzó cientos de misiles balísticos contra ciudades israelíes como Tel Aviv y Jerusalén. Aunque la mayoría fueron interceptados, al menos tres civiles israelíes murieron y casi un centenar resultaron heridos.
El líder supremo iraní, Alí Jamenei, calificó el ataque israelí como un “crimen” y advirtió que el régimen sionista pagaría un precio “amargo y doloroso”. Mientras tanto, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, prometió que los ataques continuarán “los días que sean necesarios” para eliminar la amenaza iraní . Diversos países —incluyendo EE.UU., Francia, Alemania y Reino Unido— piden una rápida desescalada y reanudar prontamente las negociaciones nucleares.